Cariño verdad (o "Mamá, soy Felipito y haré mmmuuuccchhhaaasss travesuras...")

¿Quién no recuerda ésa inefable canción de los 50's, con "Los Churumbeles de España"? Sí, esa que ponen en la radio cada 10 de mayo o cuando se celebre el Día de la Madre, junto con otras de Pedro Infante y así. Ése día, en México al menos, no se mientan unos a los otros la madre (excepto uno que otro gañan cavernícola carente de progenitora), las mamás son "agasajadas" en restaurantes (llenos hasta los escalones y con filas LLLLAAAAAARRRRRGGGGGAAAAASSSSSSS como la Cuaresma de posibles comensales) para que se le celebre con una comida "que no haya cocinado ella", en tiendas de departamentos enormes, grandes, medianas chicas, puestos de vendedores ambulantes o donde quiera que se pueden adquirir los más diversos enseres domésticos. Y "¡Mamá, soy Paquito!", pieza declamatoria de calidad, que en las primarias oficiales siempre declama un niño (que no siempre se llama Paquito) o una niña (de voz engolada) con un montón de ademanes que si los pusiéramos en una alberca olímpica para natación de espalda mientras declaman, seguramente ganarían con mucho una buena medalla.

¡Madre, sólo hay una!, grito que se escucha en casa cuando madre pregunta si hay más chuletas de puerco..., y vaya, hoy he querido estar en un ánimo un poco más jocosón que de costumbre. El Día de la Madre (sin implicaciones procaces que sólo los mexicanos entenderíamos) es una de esas fechas que los comerciantes nos enjaretan para gastarnos nuestro dinerito para "agasajar a la mujer que nos dió la vida" comprando un refrigerador, estufa, plancha, batería de cocina o cualquier implemento para aumentar la esclavitud de la mamá, aunque esa vida sea un desperdicio o simplemente un "irla pasando". Nadie sabe realmente lo que es una madre (mamá, pues, no quiero que se malinterprete el texto) hasta que no acontece un suceso de tal magnitud que la preocupación se transforma en angustia, nervios, aprehensión y hasta enojo con la vida. Así que ahora, voy a describir algunos de esos especímenes de mamás que he conocido a lo largo de mi vida, de 18 años de experiencia como Scouter de Manada de Lobatos y como esposo fiel (tres veces tres), hijo de familia (una sola) y observador de la humana naturaleza de todos ustedes, pobres seres humanos.

La Madre-Adora. Éste es uno de los especímenes menos comprendidos, por que su vida aparentemente gira en torno a la "buena educación" de sus críos, aunque esa buena educación esté basada en la posibilidad de que la cabeza del dicho chamaco ruede por el suelo en base a la calidad y cantidad de los coscorrrones, zapes, jalones de pelo o de patilla (según el sexo del infante y/o el largo del pelo del susodicho chamaco) que le propina para "volverlo al buen camino". En la Ciudad de México, éste ejemplar abunda en los mercados de los barrios, aunque a veces aparece en colonias de más o menos poder adquisitivo. Y lo más chistoso del caso es que si alguien intenta mediar en la tremenda "guamiza" que le recetan al niño (casi siempre) o la niña (últimamente, las niñas están sacando ése "lado escondido" de travesuras) corre el riesgo de ser el próximo blanco de la furia de éste tipo de mamá.

La Mamá-Gallina. Normalmente rodeada de 4 o 5 mocosos (y a veces, no tanto) o más, se pasa el tiempo cuidando que ni el sol ni el viento tengan el atrevimiento de posar sus ojos en sus hijitos. Y ¡ay! del clima si llueve, por que maldicen a algo tan incontrolable e impredecible como ellas mismas, aunque tienen el atrevimiento de ser más omnipotentes que el mismo Dios Padre. El don de la omnipresencia también se les da mucho, máxime cuando el hijo/hija quiere probar sus alas, saber a qué sabe la vida o simplemente, zafarse un rato del férreo yugo de ésta madre (disculpen, mamá) tan aprensiva que en algún momento de su vida, el vástago comete un crimen, fechoría, estupidez o lo que sea, con tal de escapar de la esfera de influencia de su progenitora. Al menos un par de veces, cuando salía de campamento con mis Lobatos y/o Gacelas (no importa cuán lejos, siempre daban con el lugar de acampado), no faltaba que llegaba un magnífico ejemplar de ésta especie, con un sweater en la mano y un sombrero o gorra en la otra, gritando a voz en cuello que la (el) hija (o) podría resfriarse o adquirir una rara pleuresía por estar al sol divirtiéndose.

La Mamá-Leona. Pudiera parecer que es idéntica al espécimen anterior, excepto que ella se puede transformar en cuestión de segundos en una felina capaz de matar a alguien de un zarpazo si se atreven a hacer que su hijo no sea feliz de alguna manera. Son de ése tipo de progenitoras de humanitos que cuidan celosamente la virginidad física, mental, moral y espiritual de sus hijos, con tan mala suerte que son las últimas en enterarse que su hijo es homosexual o ya embarazó a su novia, que su hija está en la puerta de la casa a punto de largarse con el novio o peor aún, la encuentra en medio de la sala con los calzones en los tobilos y el sostén en la cabeza como Mickey Mouse con el profesor de matemáticas. Especialmente agresiva y obsesiva, son de ése tipo de humanos a los que hay que evitar como si de la peste bubónica se tratara.

La Madre-Torquemada. Ejemplar típico de los Testigos de Jehová, logran lo que parece imposible: que los hijos (as) renieguen de la religión, de Dios, los Santos y los Demonios para convertirse en ateos. Siempre van con su biblia en la mano, "estudiando", leyendo y releyendo siempre los mismos pasajes. Obviamente, miden a los demás con la estrecha vara de "¡Te condenarás al infierno!, Dios no lo quiere así, Aquí en la biblia dice que...", pero sus hijos van por la vida carentes de afecto, guía y experiencias suficientes para normar sus criterios. Los días de culto, los hombrecitos con traje y corbata, visiblemente molestos porque ninguna de las prendas les quedan, y las mujercitas con faldas hasta los tobillos, blusas flojas y cabello trenzado, lo cual tampoco les hace mucha gracia que digamos. Y al final de sus días, seguramente piden un momento más en la vida, no para pasarlo con sus hijas (os), sino para "ponerse en paz con dios".

La Mamá-Vientre-De-Alquiler. El ejemplar más patético de toda ésta fauna que describo. Se la pasan echando chamacos al mundo, y desentendiéndose de ellos (conozco un caso así en la familia cercana, pero no quiero "quemar" más al "quemado") tan pronto tienen edad para respirar por sí mismos. En el mejor de los casos, alguien de la familia se puede hacer cargo del niño(a) y proveer al menos el mínimo aceptable de amor, cariño estímulos, autoconfianza y cuidado para que al crecer no sea un émulo de Hannibal "The Cannibal" Lecter; pero las más de las veces, NADIE se hace cargo del enanito, resultando en tantos y tantos "niños de la calle" (o "en situación de calle", por aquéllo del castellano light "para no ofender a nadie"), delincuentes juveniles o simplemente, seres humanos tan patéticos que da mucha pena el verlos. Y el 99.99999% de las veces, cuando alguien quiere hacerles ver su error, invariablemente se engallan y contestan "Es mi hija(o), yo lo parí, puedo hacer lo que quiera con ella (él)", como si el pequeño humano del que se trate fuera un objeto o cosa. Tratan mejor a sus perros que a sus hijos.

La Madre-Bruja-de-Cuento. Éste ejemplar nos recuerda a los cuentos que nos leían en la infancia (a los más afortunados de nosotros, claro) en los que a una hermosa niña le cae una mujer con otras hijas y le hacen la vida imposible, hasta que una serie de hechizos y eventos afortunados les dan su merecido a cada una. En la vida "real" no siempre la muchachita es tan inocente, la madre o madrastra no es tan mala y las hermanas o hermanastras no son tan viles; ésto sucede cuando la tal "bruja" es altamente autoritaria o responsable, la tal muchachita es una "joyita" rebelde, tozuda, terca, voluntariosa y con tantos defectos como si de cuento de Guy de Maupassant se tratara. El resultado neto es que alguna de ellas termina huyendo de la casa, gritando como loca y corriendo desaforadamente, o como la Bruja de "Hansel y Gretel", pero la versión original.

La Madre-Cómplice. Usualmente, un ser humano femenino tan complicado y complejo, que cuando tienen la dicha de engendrar un hijo y alcanzar una edad más o menos consciente (el hijo(a), no la mamá) lo toman como cómplice de sus andanzas, se dedican a ir de bar en bar, de disco en disco, de consecuentar las fechorías, crímenes, anomalías y aberraciones de conducta, falta de estudios, flojera, etc. etc. etc. del hijo(a). Desafortunadamente, en nuestra sociedad del México de hoy, ser una madre así está bien visto "para no criar hijos con traumas, para que no se eduque como lo hicieron conmigo" por que carecen totalmente de disciplina y guía; el caso más patente es el de aquéllas mamás que viven del subempleo (vendedoras ambulantes, prostitutas, etc.) que andan siempre cargando con sus hijos a todas partes y compartiendo con los demás los desplantes, berridos de puerco atorado, patanerías, gritos y sombrerazos de los pequeñuelos. Una comadre mía es el típico ejemplo, mi ahijado ahora mismo está internado en una institución para eliminar sus adicciones a la droga y al alcohol, y prometió solemnemente retornar a la escuela y por fin terminar su preparatoria; así que imagínense qué edad tiene el pequeño protagonista.

La Madre-Sacrificio. Si el sacrificio de su vida amorosa, sexual, sentimental, afectiva, intelectual, social, familiar, diversión, etc. etc. etc. no fuera tan radicalizado, sería un ser humano excepcional. Usualmente madres solteras de uno o dos pequeños humanos, se olvidan de todo, excepto de cumplir cada capricho de sus pequeños tiranitos. Normalmente, el resultado final es un humano caprichoso, tiránico, machista, zafio, mandón, neurótico, tan despótico y sin interés en la vida de los demás, que ni parece humano. Normalmente, éste tipo de hijos son los que el Día de las Madres se apersonan en casa de la progenitora, se sientan a dos nalgas en cualquier sillón (después de hacer entrega del consabido e inútil regalito) a ver el fútbol o la telenovela de moda y esperar a que la Señora Sacrificio junto con la Señora de Sacrificio Jr. le sirva de comer a él y a sus mocositos. Y antes que echen a volar su imaginación, yo no soy de ésos.

La Madre-Maestra. Son el epítome de la responsabilidad, del amor y la ternura maternal. Excepto por un pequeño detalle, siempre están sacando una lección (valiosa o no, útil o no) de cada situación que se le presente a la hija(o) en su vida. Advierto, creo que es el mejor tipo de mamá (¿se fijaron que no dije madre?) hasta ahora, sobre todo por que una de las enseñanzas más valiosas que éstas madres les proporcionan a los hijos es la autoconfianza, aunque también he de reconocer que son tan cargantes como la Gallina o Leona; menos, pero cargantes al fin. Doña Maria Elena es de éstas.

La Madre-No-Eres-Digno-Hijo(a)-Mía. De todos los tipos, la más nefasta, tanto como educadora-progenitora como ser humano en sí mismo. Son aquél tipo de madres (ésta vez, dicho con toda la cizaña posible) que se la viven criticando cada acto, dicho, pensamiento o lo que sea de los hijos. Para nuestra mala fortuna, muchas mamás, abuelas, tías, primas solteronas y demás que nos tocan en nuestro diario andar como hijos, tiene una pizca de éste ejemplar; y lo feo del caso, es que a nosotros nos ponen como trapo viejo con sus regaños y diatribas, pero sus hijos están tan hechos a su molde (o de plano, les vale un soberano cacahuate) que o se nos ponen como ejemplo o le tuercen la boca o le hacen señas obscenas o le lanzan miraditas asesinas o todo lo anterior, a sus espaldas. ¿Resultado neto? Hija(o)s apocados, tímidos, neuróticos, obsesivos, maníaco-depresivos, que odian tanto y tan profundamente a su madre, que el peor insulto que les pueden lanzar es "Te pareces a tu madre".


LA MADRE.

Amor, ternura, cariño, enseñanza, dolor por el hijo, preocupación sin exagerar, esperanza en la superación del hijo, conocimiento suficiente para iniciar al hijo, enfermera, consejera, maestra, chofer, administradora, contadora, ingeniera, brazos que acunan y acarician, pelo que huele delicioso (siempre), manos que pueden curar desde un raspón leve hasta la más profunda herida del alma, la primera sacerdotisa y la última esperanza del hijo, sonrisa que transmite confianza, confianza que transmite tranquilidad, nuestra primera maestra y nuestro último adiós, punto de comparación con las esposas (jamás cocinarás como mi madre), mujer sin fronteras y personalidad sin ambages ni dobleces. Aquélla mujer que llora con nuestros triunfos y nos enseña a sacar partido de nuestras derrotas, pero sobre todo, la mujer que ha logrado hacer de tí una persona completa y feliz.

Vaya un saludo y felicitación a la mamá de cada uno de ustedes (en buen plan, no quiero herir susceptibilidades), si eres mamá, muchas felicidades, y si ELLA ya no vive por azares del destino, una oración y un recuerdo por ella al dios que prefieran.



Otro texto reutilizado de mi antiguo blog, muy "ad hoc" para ésta fecha.

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