Siete gatos, siete (y el angelito que se nos fue)

Algunas personas (pocas, realmente) que me conocen desde hace tiempo, son conscientes y saben de mi amor y fascinación por los Felis silvestris catus, o sea, los gatos de cualquier raza, pelo o color (no pierdo la esperanza de hacerme de un gato esfinge o de un mau egipcio). Gran parte de mi vida los gatos han sido parte de ella, desde aquél “Carburador” (un enorme gato rayado que mi padre se encontró encima del motor de un auto, de ahí su nombre) hasta los ocho gatos que componen ésta y otras tres entradas a mi blog (Bastet, Inti y Ra y general). Comenzaremos por “orden de aparición”, como debe ser:

 

Bastet

BastetCuando Bastet llegó a casa (por ahí de mayo de 2007), tendría alrededor de 3 meses, así que era una pequeñuela con carita tierna y muchas ganas de hacer de todo, traviesa y suavecita. Se acostumbró a dormir conmigo, a ronronear a la primera provocación y siempre estar alerta a cualquier ruido, movimiento brusco, situación desconocida, etc. Más de una vez me sorprendió la facilidad de encontrar el lugar más complicado para esconderse (obviamente, dificultando el poder encontrarla y sacarla de su escondite) y la pasión con la que realizaba cualquier actividad que se propusiera, desde cazar lagartijas hasta cuidar a mi madre y dormir a pierna (perdón, pata) suelta; desde el primer momento su maullido me conquistó, su “míh mióh” es una delicia para el oído y es indicador de su estado de ánimo. De ella, tengo tres anécdotas grabadas en la memoria.

La primerísima ocasión que salió a cazar a la azotea del edificio en que vivo, lo hizo como toda una profesional; silenciosa, acechando con mucho conocimiento, letal en su zarpazo y regresando a casa con su trofeo para jugar con él o comérselo (aunque al final terminara vomitándolo).

La segunda, antes de ser operada para esterilizarla, no le hacía mucho caso a mi hijo mayor, de hecho, creo que hasta lo despreciaba. Pero en cuanto entraba en celo, era un perseguir, maullarle, ofrecérsele, restregársele, acosarlo y todo lo posible, es más, durante sus celos a mí terminaba ignorándome.

La tercera y mejor. Un día de principios de septiembre de 2011, ella perfectamente dormida en la cama de mi madre. A éso de las 2 de la mañana, se sube en mí y comienza a maullarme desesperadamente, a arañarme hasta conseguir despertarme. En cuanto me levanté de la cama, más desesperadamente me maullaba, para que la siguiera hasta la cama de mi madre. La seguí y me sorprendió que mi madre estaba casi en un estado convulsivo, ida y pálida, debido a un choque hiperglucémico (y que a decir de los médicos que atendieron a mi madre, pudo haberla matado) al que respondí de inmediato llamando a una ambulancia y llevándola de emergencia al hospital.

Ahora, ella es una plácida matrona melancólica de 6 años, muy consciente de su papel como guía de la manada de gatos que se ha formado en casa. Duerme mucho, come lo suficiente, juega a veces, ronronea siempre. Y lo que no ha olvidado con el paso del tiempo y la cantidad de gatos que hay en casa, es acercarse a la puerta cada vez que regreso del trabajo para recibirme con un maullido, un restregón y sus típicos ronroneos que tanto amo.

 

INTI

Un gato que a primera vista, parecería típico. Pero no lo es. Llegó a casa a mediados de mayo de 2011 fortuitamente, casi a escondidas. Se me Intihabía ocurrido la locura de “quiero tener un gato más, para que le haga compañía a Bastet”, y como escribí en su entrada, debía ser un gato rojo para que se llamara Ra, como el dios del sol de la mitología egipcia. Pero se atravesó un gato rojo y blanco, y como no estaba preparado sicológicamente para recibirlo, se llamará Inti, el dios del sol de los incas. Casi desde que llegó me “enseñó el cobre” como decimos en México: Travieso, irreverente, comelón (encarna perfectamente el lema de la familia Ortiz, “a mí no me des, a mí pónme donde hay”), activo y muy observador con esos inmensos ojos dorados que sientes que te atraviesan. Él nació como un gatito callejero, educado por su madre a sobrevivir a toda costa, comiendo antes de ser comido y pelear por la comida antes que por otra cosa; lo ha demostrado muchas ocasiones (es el jefe de “Los Tiburones”, la pequeña tribu de gatitos callejeros que se apersona a la hora de la comida y no se quitan hasta haber probado ésta) pero también me ha sorprendido con su paciencia, tolerancia y capacidad de aprendizaje, así como el enseñar a los gatos más pequeños las “costumbres de la casa” (aún las malas mañas). Es el único de los gatos Ortiz que Bastet aceptó de inmediato, así como también el gato que defiende a muerte a su querida matrona cuando la hora de las corretizas medio en serio. Tierno, paciente, ronroneador, responsivo (cuando se llama a los gatos, él responde siempre a la primera) y muy sencillo, es arisco con las visitas a la casa, no se deja cargar pancita arriba y adora a Rosario, mi amadísima esposa humana. Su característico maullido dedicado a los humanos que ama es un “murff” que nos indica su solicitud de amor y caricias, entre maullido y ronroneo; un gatito callejero que ha logrado adaptarse a ser amado y parte integral de una familia.

 

Ra

Por derecho propio y por votación unánime, el Gato Alfa de la familia. Posiblemente y por lo que he estudiado su carácter, se crió en una casa, Racomo gatito único y acostumbrado a hacer valer su liderazgo sin violencia, pero aprovechando su tamaño, fuerza y destreza. Es un dulce de gato, siempre dispuesto a la caricia (es adicto a que le acaricien la pancita, puede recibir por HORAS caricias), demandante y centrado en su quehacer de ser cabeza de la familia. Tenemos una broma en casa: “Cuando no esté yo, manda Rosario, si no estamos Rosario y yo, manda Ra y si no estamos los tres, manda la tele”, como en The Simpson’s. Al llegar a casa, Bastet lo recibió fríamente, pero al paso del tiempo ha aprendido a respetarlo, sobre todo después de defenderla contra el ataque de un gato callejero que alguna vez osó intentar reclamar como suya la azotea del edificio. Ra no es precisamente el gato más ágil del mundo, por su propia constitución física es como ver correr a un tanque de la Segunda Guerra Mundial sin frenos y en terreno llano, su capacidad de giro es muy limitada, pero lo compensa con zarpazos demoledores (por experiencia propia, duele más el golpe que el arañazo) y garras más gruesas de lo normal. Como dato curioso, a la hora de dormir como buen gato amasa el espacio en que se va a tender, pero él utiliza las cuatro patas para el proceso, por lo que la posición que adopta es graciosa, como si hiciera uso del arenero, aunque la intención te parte el alma de ternura. Su ronroneo puede compararse con el motor de una motocicleta Harley-Davidson parada en un semáforo: ronco, grave, potente, y gracias a su enfermedad, como si hiciera pausas en el ronroneo. El nombre que tiene le quedó más que pintado, por que su maullido de “mhráh” es vocalizado sobre todo para nosotros, y eventualmente para los demás gatos, algo así como una reafirmación de su autoridad basada en el cariño.

 

Hathor

Una gata BELLÍSIMA, seguramente una mezcla bastardeada de siamés. Su temperamento es tremendo, a veces casi como queHathor desentona con los demás y es la diva de la casa, se convierte en mantequilla derretida con las visitas pero a los de la casa no nos deja acariciarla mucho. Autoritaria, solitaria y muy agresiva, es poco dada a recibir caricias, excepto cuando lo quiere. Entonces sí, se transforma en un dulce de gata, maúlla y ronronea que da gusto. Cuando nos cambiamos al departamento que ocupamos actualmente, reclamó como su “espacio personal para recibir caricias” el lavadero que se encuentra en la azotehuela, y cada vez que anda de vena para ser acariciada y recibir cariño, corre como alma que lleva el diablo, se sube al lavadero y se te queda viendo con ésos ojazos azules como diciendo “¿Ya, vienes para acá o qué? ¿Me vas a acariciar o no?”, para a continuación deshacerse en maullidos de placer y ronroneos durante los 30 segundos en que recibe gustosamente las caricias que le tocan. Desde que llegó Rosario a casa se ha dulcificado muchísimo, y según algunos compañeros gateros dicen que “necesitaba una mamá” (como si yo no necesitara el amor de mi dulce esposa) y estoy casi por creerlo. Con los tres gatos más pequeños en casa, se dedicó primero a bufarles, luego a zapearlos con la garra cerrada (su mote cariñoso es “Doña Zapes”, por algo será) y por último a jugar con ellos en calidad de presa; casi he llegado a la conclusión que se lleva mejor con los gatos que con los humanos. Su maullido de gata hiperconsentida “meú, meúh” se deja escuchar poco en casa, pero aparece en los momentos exactos y correctos para levantarla, mimarla y acariciarla (sus “diez segundos de amor”, les decimos) y salir corriendo rápidamente a realizar cualquier otra actividad que su gatuna creatividad le dicte.

 

Set

Si alguna vez tuve la necesidad de un gato quSete congeniara conmigo en la hiperactividad e independencia, con Set salí más que bien servido; el nombre le quedó adecuadísimo, por que Set es un dios infernal y maldito en la mitología egipcia, equivalente al Lucifer judeocristiano. Lo llevé a casa de un tamaño que cabía en mi mano con trabajos, ronroneador y desvalido (o éso pensé yo en un principio), dado en adopción por una veterinaria amiga mía. Sus ojotes dorados son expresivos, con la chispa de travesura e inocencia que me fascina de un gato que se precie de serlo. Voluntarioso e independiente, no permite que le marquen camino, él hace su camino propio, por encima y a pesar de quien sea (especialmente de mis pobres brazos, los cuales amasaba con las uñas de fuera cuando más pequeño) y que se ha convertido en el “gato bully” de la casa, haciéndole maldades una y otra vez a quien se deje. Su “mrrrrrrrrúh” profetiza o que va a hacer una maldad o que NECESITA jugar, sin excusa, pretexto o negociación. Como durante mucho tiempo fue el “peque” de la casa, se acostumbró a jugar pesado, a hacer maldades y que pocos lo soporten conscientemente, solamente Inti como que le sigue la corriente; pero al llegar los tres más pequeños, se convirtió en el compañero de juegos ideal para adiestrar a los gatitos a que deben ser fuertes y ágiles. Le gusta especialmente jugar con un arito de plástico, el cual persigue, cobra y regresa como si de un perro de caza se tratara. El inventor del “gatoplop!”, se desparrama en un lugar y no se mueve hasta que otra cosa llama su atención; a casa, llegó como un gatito esmirriado y debilucho, pero casi en su adultez ha desarrollado un síndrome de gato obeso que preocupa mucho, aunque para la cantidad de energía que derrocha en sus actividades, está más que justificado.

 

Horus

Un siamés al 80% (jocosamente expresado) que al llegar a casa era Horusflacucho, esmirriado y delicado. Pero no duró mucho así. Casi antes de dejarlo solo a buscar su “espacio” en la jerarquía gatuna de la casa, se apegó a Rosario como si fuera casi su madre. Al pasar el tiempo, ha crecido a un ritmo espeluznante y ahora es un gato delgadito pero fuerte, correoso, ágil y cariñoso. Especialista en el “maullido silencioso” a la hora de la comida, es el segundo integrante de “Los Tiburones”, por que a pesar de su aspecto de “gato bien”, es un callejerito de Tlatelolco, y se le nota por que su manto de color claro se ha tornado casi color tabaco y sus patas, rabito, orejas y máscara son casi negros. Desde siempre decidió que su lugar favorito para dormir sería en NUESTRA cama, situado estratégicamente entre Rosario y yo; no hay poder humano ni divino que lo aleje de ahí, a pesar que en un par de ocasiones lo he casi convertido en calcomanía. Su mirada estrábica (como buen siamés) y tierna es capaz de derretir piedras, especialmente cuando quiere algo o siente que no le hacen caso para cargarlo en brazos. ¿Anécdotas? Solamente una por el momento: Fue el causante que Set hiciera “bucitos” en el excusado del baño.

 

Anubis (actualmente en el “Puente del Arcoiris”)

AnubisAl día siguiente que Horus hiciera acto de presencia en la familia, llegó Anubis, un gatito siamés CASI puro que era una delicia a la vista. Fue el gatito más hermoso y tierno que ha pisado ésta casa, además de ser el que mejor se portó siempre, modosito, cariñoso y hasta tímido, si eso era posible. Por azares del destino siempre fue un gatito muy enfermizo y débil en comparación de Horus (casi de la misma edad), hasta que una enfermedad súbita, repentina, rápida y fatal nos lo arrebató. Está enterrado en el parque de Santiago Tlatelolco, en el lugar conocido como “Cementerio de Mascotas”. Desde el Puente del Arcoiris nos espera a su familia para continuar jugando y creciendo.

 

Isis

Cariñosamente apodada “La Sargento Pelusa”, Isis se ha dado a amar por todos en casa, especialmente de Set y Horus por ser con quienes más juega. Alegre, “platicadora”, mimosa y cariñosa, tiene un lado oscuro: no se deja de nadie y no le importa tamaño, peso o agresividad, ella se hace un espacio para sí misma.Isis La tercera integrante de “Los Tiburones”, sabe cuándo es hora de comer, exige que le sirvan "rapidito y de buen modo”, procura no dejar residuos y a veces en un descuidito deja sin comer a los más grandes. Su historia hasta el momento es simple: cuando decidimos Rosario y yo que la pena y el luto por Anubis había terminado, hablamos con una asociación de rescatadores en Tlatelolco y fuimos a conocer a algunos gatitos que tenían en proceso de adopción. Nos llamó la atención una gatita extremadamente peludita, tipo “Maine Coon” que estaba apartada de los demás. Se le acerca un gato, se olfatean y el otro gato INTENTA darle un zarpazo para que se mueva de donde se encontraba acurrucada; ésta hermosa gatita se le pone al tú por tú, con un bufido se le prende de los belfos al otro gato y obtiene quedarse en ése espacio. ¡¡Éso es actitud y no payasadas!!, seleccionamos a ésta gatita como la octava (bueno, séptima después de la muerte de Anubis) y nos la entregaron una semana después, aún con sus suturas de la operación de esterilización. A Rosario le encanta la gatita, le contesta, le platica y se deja acariciar hasta que te duele, ciertamente; es la primera en la fila a la hora de la comida y no se dejó intimidar ni por Ra ni por Hathor, desde el primer momento se les puso a la altura y ahora es la más firme candidata a suceder a la Reyna Bastet cuando se vaya al Arcoiris. Aún es pequeña, pero “promete” ser una gatita BELLÍSIMA, tanto como Hathor pero más discretita. Su ronroneo es constante, solamente entrecortado por un maullidito suave cuando está contenta, que es casi todo el tiempo. Soporta, aguanta y hasta contesta a Horus, Set e Inti a los juegos pesados, le encantan las cajas de cartón (como a todos los gatos) y duerme encima de la gente lo quieras o no.

 

Ellos son NUESTROS gatos, de Rosario y míos, la razón de muchas cosas que realizo y lo más importante, los que alegran nuestros días y noches con sus juegos y ronroneos. Los que me reciben en la puerta después de un arduo día de trabajo y el consiguiente traslado desde la otra punta de la Ciudad de México y el símbolo de la confianza que la gente que poco o nada te conoce de darte en prenda una vida para hacerla feliz, plena y consciente. A todos aquéllos que han logrado ésto, muchas gracias, mi más sentido cariño y a los amigos que lean ésto, gracias.

Comentarios

  1. :) Caray... así hasta dan ganas de tener un gato. Muy ameno el artículo....

    Saludos

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