Algunas novedades sucedidas en 4 meses de "casi ausencia".

De gatos y "amigos".
Resulta que ahora tengo dos gatas. Una de ellas, ya la conocen, mi adorada Bastet, pero ahora tenemos a "La Nena" perteneciente al amigo (O bueno, eso creí yo...) que me invitó a colaborar en el proyecto del GDF. Originalmente, la gata estaría un mes en casa, ya que había nacido un bebé en casa de éste hombre y su esposa no podía cuidar niño, gata, casa y a ella misma; pero una serie de vicisitudes y eventos evitaron que la gata regresara a su casa una vez cumplido el plazo. Y recientemente, me dice éste hombre "Es que creo que será necesario 'dormir' a la gata", hecho que me pareció de un altísimo grado de inconsciencia y egoísmo. La pobre animalita no tiene la culpa de todo lo que haya sucedido para que no pueda regresar a su casa. Ahora, como dice la canción de Chava Flores "tengo en mi casa a Nena, ¿ahora dónde la meto?". Por cierto, si alguien quiere a una gata cruzada de siamés, de ojos azules y temperamento quisquilloso y egocéntrico, llamen a mi casa, por favor.

No todo lo que brilla es oro, algunas veces es platino.
Cada vez que los dizque jefes (por que como nunca se firmó algo en concreto, técnicamente no pasábamos de "compañeros de trabajo", solamente que ellos aparentaban tener más responsabilidades...) del dizque proyecto (Nuevamente, al menos yo jamás firmé una carta de responsabilidades o un contrato o una nómina emitida por la Secretaría de Finanzas del GDF o siquiera un pinchurriento papelillo con el logotipo del GDF) del GDF me llamaban a su oficina, me invadía un sentimiento mezcla de coraje, hastío y expectación; sobre todo la última, curiosidad malsana de cómo o qué dirían o harían para cambiarme "la jugada" y mover las actividades que había tenido que reacomodar para solucionar el requerimiento anterior. Las primeras veces era hacerla de mandadero, algunos encargos realmente delicados (como ir al banco, hacer filas, hacerla de chofer y manejar un auto que no es mío, etc.) y sobre todo, soportar la nueva "necesidad urgente" que había surgido en ése mismo instante (recordemos lo que dije anteriormente acerca de las prioridades "urgentes" y las prisas...); el punto de quiebra de mucho de ésto se dió cuando nos pidieron "amablemente" que nos quedáramos a contestar un teléfono "por si llaman urgentemente"..., teléfono que jamás sonó en ése día ni a ésa hora. Tres o cuatro semanas antes de mi renuncia VO-LUN-TA-RIA el trato que éstas personitas tenían sobre los colaboradores era realmente insufrible, al grado que poco a poco comenzaron a renunciar los compañeros y siempre con el mismo argumento: falta de pago y de condiciones medianamente humanas para trabajar; alguna vez había comentado que "éste proyecto es de supervivencia, sólo terminarán los fuertes y los tercos", pero no estaba realmente consciente de la cantidad de fuerza y terquedad que sería necesaria para aguantar los malos tratos, los intentos de humillación, los pagos incompletos y extemporáneos, la incertidumbre, las promesas no cumplidas, y sobre todo, a personas a las cuales el tener un puesto de responsabilidad (o la promesa de tenerlo, por que hasta donde yo sé, no les han dado nada, más que largas y más trabajo, que otros terminan haciendo para ellos "saludar con sombrero ajeno".) los había "mareado" y se sentían hechos a mano por algún dios... Soy ateo y todo el mundo lo sabe, al menos mis personas más allegadas; por lo mismo, no creo en magia ni en milagros ni en el destino escrito ni en pendejadas de ése tipo, aunque ahora podría pensar en comenzar a dudarlo. Sin apenas "hacer olas" respecto a obtener otro proyecto, puesto o empleo, o negocio que me permitiera cumplir mis objetivos propios y demás, sucede la cadena de acontecimientos fortuitos y afortunados que me condujeron a renunciar, salir como si me hubieran puesto un cohete en los pies deseando no tener más tratos con entidades gubernamentales más que de lejecitos y previo pago de un jugoso cheque: Lunes, me llaman para saber si me interesa un proyecto, pero aún no tienen definición. Martes, me contactan para decirme que tienen la definición y que si me interesa. Miércoles preguntan insistentemente que si deseo unirme a un equipo de trabajo multidisciplinario para el desarrollo de un sistema de MRP ya pagado y autorizado. Jueves en la tarde, me ofrecen un puesto de alta responsabilidad y un excelente sueldo (más la promesa de algunas concesiones más que en su momento serían negociadas.) y ya no lo pensé más. En una escasa hora (Y me sobró tiempo... jejejejeje ) renuncié a mi dizque puesto, entregué mi computadora y los muebles que "me asignaron", el trabajo que había desarrollado, empaqué mis libros y mis cosas, me despedí de todos y salí del edificio. Irónicamente, salí sin un centavo de ahí, por que hicieron la humorada de pagar la limosna quincenal hasta el día siguiente. Y si a alguien le molesta o se encabrona por ésto que escribo, me vale madres.

Del teléfono perdido y no hallado, es más, ahora se hizo NECESARÍSIMO.
La gente que me conoce sabe que soy humilde en mi persona, fachoso y hasta podría decirse que descuidado en mi apariencia..., EXCEPTO en los aparatos que utilizo. Computadora, laptop, televisión, teléfono, reproductor de DVD's, películas (Originales, no piratería.), todo ello de última generación, el más grande, el mejor de su clase, el más aparatoso y con la mayor cantidad de características posibles. A veces, llego al extremo del sacrificio con tal de adquirir ése aparatejo que cubrirá mi necesidad egocéntrica de ser "el mejor". Y mi teléfono celular no podría ser la excepción, cómo chingaos podría..., Nokia 5530 XpressMusic, pantalla táctil, contenido precargado de Coldplay, una tarjeta de memoria más grande de lo normal, bien cuidado (el día que se me cayó al suelo, casi me desmayo y "se me fue la leche" del sustazo que me dio...); me costó trabajo encontrar a alguien que lo configurara adecuadamente para tener acceso a internet sin gastarme un centavo de mi preciado saldo, más de una vez lo utilicé para contestar en Facebook (tal vez ahora se entiende el por qué me faltaban letras o trastocaba las mismas.), casi no tenía música por que utilizo un reproductor MP4 con sus respectivos audífonos..., en fin, un orgullo más de éste su servidor. Y ahora, después del asalto que sufrí, de su nuevo poseedor; actualmente ando con un chip nuevo después de haberlo reportado y adquirir uno nuevo, instalado en el "maizorófono" que tanto buen servicio nos ha dado en casa. No daré más detalles, excepto que diré ¡¡¡¡QUÉ POCA MADREEEEEEEE!!!!

Lo que se hereda no se roba, segunda parte.
Mientras más convivo con David, mi hijo menor, más me sorprende gratamente y crece mi amor de padre por él. Me ha demostrado ser prudente, pero valiente. Voy a decirlo y parecerá broma, pero estoy MUY ORGULLOSO de él, y expectante respecto a la clase de hombre en la que se convertirá. Sus defectos de carácter pueden ser pulidos y/o erradicados con la adecuada educación, en términos generales reconozco que es más como yo a su edad. Pero sin los ojos aceitunados.

Los ojos son el espejo del alma, y los anteojos, de la necesidad.
Hace algunos años, me preguntaba el por qué si mi padre, mi madre y mi hermano utilizaban anteojos, yo había tenido la fortuna de no necesitarlos. En los campamentos y actividades Scouts siempre usé y presumí de mi excelente vista de lejos, de cerca, nocturna y diurna, al grado de no necesitar lámpara para caminar de noche. En la Tropa me decían "El Gato", un poco por el color de mis ojos y su penetrante utilización en beneficio de mi Patrulla. Pero desde hace un año, me dí cuenta que a cierta hora de la tarde, sobre todo después de una 'x' cantidad de tiempo de estar trabajando frente a la computadora, mis ojos se irritaban, me dolían, sentía "arenosos" los párpados y me daba por tallarme los ojos..., lo achaqué a la presión del trabajo, a mi presión arterial (hipertenso desde la cuna, he de reconocer.); llegué a un punto en que tuve que ir con el "ojero" (El "oculista" es para otra cosa... jajajajajaja) y me dijo que debería usar lentes, que mis dos ojos son astigmáticos y el derecho además es miope; un poco de cada uno, pero lo suficientemente significativo como para requerir la ayuda de unos anteojos e insignificante como para requerir una operación. Y sí, querido público, ahora uso anteojos tanto tiempo en el día y parte de la noche, que cuando me los quito para dormir, mis sueños los veo borrosos.