La Gran Marabunta.

Aunque más bien, debería hablar de dos marabuntas.

Existe una raza de hormigas que viven en Sudamérica, que son conocidas como hormigas de fuego y los caribes las llamaban "marabunta". No son territoriales, no construyen nido, se dedican a viajar como un todo y a arrasar con todo lo que se encuentran a su paso (se han filmado un par de películas Clase B sobre éste hecho), además de ser una cantidad calculada en MILLONES de individuos. Altamente agresivas, comen plantas, animales, atraviesan arroyos y escalan montañas. Nada está a salvo de ellas y la única manera de combatirlas es con fuego o gasolina. Se han dado casos que hasta reses enteras se han devorado, dejando en la ruina a los ranchos ganaderos de la Guyana.


Ahora bien, en México se tienen dos marabuntas decembrinas. Una de ellas, las pinchemilseiscientas peregrinaciones a la basílica de Guadalupe. Personalmente puedo decir que los visitantes son millones, cada año más y más, ejerciendo las más diversas actitudes, llegan en bicicleta, camioneta de redilas, a caballo, en burro, corriendo, caminando, de rodillas, algunos con toda su familia, los más de ellos organizados en un multitudinario y abigarrado contingente de toda la gente de su pueblo o ranchería, SIEMPRE dejando toneladas de basura, excremento humano y animal, plástico, vidrio y a veces uno que otro muertito, SIEMPRE estorbando el tránsito de avenidas principales y secundarias. Y también, personalmente, sufro cuando por el paso de éstas personitas cuando echan sus cohetones, o escucho sus cánticos o claxonazos, ya que pasan durante la madrugada del 12 de diciembre a escasas dos cuadras de mi casa. Y como con la marabunta original, de un momento a otro desaparecen y no se vuelve a saber de ellos hasta el año siguiente. Justo es decir que a veces el fervor se transforma en fanatismo al punto que muchos de ellos portan camisetas con la imagen de la tilma de Juan Diego; un trapo para recordar a otro trapo.


La segunda marabunta es más discreta, pero no menos peligrosa. Comienza el día 1 de diciembre y no se termina hasta el 24 de diciembre en la tarde, exacerbándose el día 15 y 20 de diciembre, cuando se reciben los bonos de fin de año (expresados en dinero o vales de despensa) y cuando salen los más pequeños de vacaciones invernales. Es literalmente IMPOSIBLE transitar por el Centro Histórico de la Ciudad de México con otra intención que no sea la de integrarse a éste contingente de compradores de lo útil y lo inútil, de lo consumible y lo imperecedero, de muebles, cobijas, sweaters, ropa, calzado, y tantos miles de etcéteras como expresiones del gusto popular considera "necesario" comprar para "satisfacer" las navideñas necesidades. Y no digamos cuando uno tiene la necesidad y la desgracia de conducir un automóvil por ése sector: hay que armarse de MUCHA paciencia y además de mucha gasolina, por que seguramente estarás implicado en un atasco de tráfico de kilómetros antes aún de llegar a un lugar medianamente decente para estacionar el auto. Pero ésto no para ahí. Las tiendas y comercios de toda la zona se especializan en llamar la atención, mediante el recurso de comprar o alquilar las bocinas más grandes del mercado y transmitir la música populachera al nivel de volumen más alto posible. El resultado es una cacofonía a niveles enloquecedores, sumado a la enorme cantidad de gente y a la presión de "comprar el regalo perfecto" que puede domeñar al más templado.

No participo VOLUNTARIAMENTE en ninguna de éstas marabuntas, aunque en su momento lo hice. Siendo Scout, alguna vez se nos ocurrió la puntada de ir a ayudar a la Basílica a los peregrinos y después de un par de experiencias, nos juramos mutuamente que JAMÁS repetiríamos la hazaña si no queríamos quedar en calidad de estampillas postales en alguna pared o como parte del pavimento de la basílica. Y como soy ateo y me revienta que me regalen o regalar, y en ésta época (al menos para mí) gastar dinero en algo que no sea para mí o para utilizar en mi trabajo me duele enormemente, prefiero no meterme a la marabunta que devora todo el contenido de tiendas y almacenes.

Loor a quienes lo hacen, su valentía no tiene límites.

Comentarios

  1. Te acuerdas que te lo dije? Siempre en estas fechas me topo con estas marabuntas... verás... muchas veces les gusta usar la carretera LECHERIA-TEXCOCO y la AUTOPISTA TEXCOCO-RIO DE LOS REMEDIOS y provocan verdaderos caos viales.

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