Carta sin destinatario que probablemente jamás será enviada.
Odiada rémora de una
hórrida y repugnante forma protohumanoide:
Ésta carta es lo último destinado a ti que seguramente recibirás de mi parte, por que éste escrito lo pensé y diseñé para purgar de mi mente, de mis sentimientos y de mi esencia todos y cada uno de los recuerdos que buena, mala o regularmente compartimos, desaparecerás final y totalmente de mi interés de una buena vez y para siempre con ésta última catarsis de mi psique y mis sentimientos, así como llegaste, como un soplo de un hediondo viento que solamente trajo desgracias y desdichas; de la misma forma espero que la consideres como parte de un aprendizaje que obviamente jamás cuajó o te marcó de alguna manera, del cual no quedaron huellas en tu pobrísima personalidad y que seguramente será olvidado tan pronto como termines de leer ésto, si es que decides continuar adelante con la lectura de éste texto. La razón de ésta misiva es dar orden y forma a los sentimientos que ahora pueblan mi cerebro, ésos mismos sentimientos que te son ahora tan despreciables y al mismo tiempo llenan tu ínfimo ego con la sensación de un triunfo pírrico para beneplácito de tu cortísimo entendimiento y menor aún cordura; no, ésto que lees no es una manifestación de coraje, resentimiento o frustración, antes bien y al contrario, de absoluto y completo desprecio, decepción y odio a lo que alguna vez (tonta y tercamente) creí amar en ti.
Seré franco, sincero y
honesto como tú nunca lo fuiste o serás conmigo, y tristemente, ni siquiera
contigo misma. Fuiste un parásito en mi vida, algo así como una
garrapata, una chinche o una sanguijuela, un lastre para mi avance, la piedra de
molino que impidió mi crecimiento como persona, una rémora que
solamente se beneficiaba de mis triunfos, que deploraba mis fracasos
y al mismo tiempo no aportaba ni solución ni apoyo ni soporte en
ninguna circunstancia o eventualidad, aún las más complejas,
delicadas, complicadas y estresantes. Tu personalidad parasítica se
comenzó a manifestar desde el principio de nuestra relación en
forma de un sólo textito "te amo" como respuesta a mis
disertaciones más o menos largas, mis intentos de mantener y
continuar una conversación inteligente y medianamente civilizada,
mis chistes, anécdotas, gracejadas o cualquier intento de
intercambiar ideas o sentimientos o pensamientos, metas y objetivos;
periodos de silencio en los que seguramente realizabas otras labores
o simplemente jugabas tu juego de computadora favorito mandándome a
mí al segundo o tercer plano en tus actividades. Nunca aportaste
ningún dato relevante sobre ti, sobre tus sentimientos reales, sobre
tu personalidad, sobre tus líneas de pensamiento, sobre tus planes u
objetivos, solamente tus "te amo" sin sentimiento y sin
sentido justificaban en tu pequeñísima mente todo lo que yo intenté
lograr y obtener de ti. Yo me creí enamorado de ése "misterio"
que te rodeaba, misterio que en realidad (y después de hacer
análisis objetivo de todos ésos pequeños detalles que
aparentemente no cuentan) es una notoria carencia de personalidad
y sobre todo, de ganas o ambiciones de hacer algo más que encontrar
un nuevo huésped para vivir a su sombra aportando de vez en cuando
un "te amo" tan vacío como tus sentimientos. Después que
terminaste de exprimir a tu familia nuclear inmediata (que
seguramente aún a pesar de ésto, te aman y soportan, esencialmente
por que no te conocen, o tal vez sí [y
seguramente hasta te aplauden y motivan a continuar en ésa línea de
vida], por que así fuiste criada y “educada”),
procediste a vivir a la sombra de una de tus tías en otra ciudad y
en otro estado con el pretexto de "estudiar la universidad".
Estoy 100% seguro (después de analizarte, pensar, acomodar los
hechos y obtener ésta conclusión que lees ahora) que no es que
desearas vivir conmigo con tanta urgencia como aparentabas por
"problemas familiares", sino por que te diste cuenta que tu
tía no soportaría tus desplantes y tonterías con la misma
prestancia y displicencia que tu familia o el pobre imbécil que ya
habías enamorado (o sea, yo) y que utilizarías como una
válvula de seguridad en caso que fracasara tu plan de exprimir a tus
tíos de ése otro estado y ciudad; recuerdo bien que hasta “hiciste
méritos” para ser incluida en el testamento de tu tía y
sinceramente espero que ésa circunstancia no suceda en un futuro
inmediato. Seguramente ésos "problemas familiares" fueron
debidos a tu propia inutilidad como persona, ama de casa, estudiante,
mujer, amiga y compañera. Y huiste a mis brazos y hacia mi vida,
dispuesta a vivir como sátrapa sin mover un músculo ni realizar
ningún esfuerzo apreciable.
Te recuerdo (por si ya
lo olvidaste, convenientemente) que tuve que hacer un esfuerzo
hercúleo para pagar tu pasaje de avión, contrayendo una deuda con
una persona que REALMENTE aprecio y amo, proporcionarte dinero
para gastos menores y médicos, acondicionar un espacio destinado al
inicio de nuestra vida juntos, comida, teléfono, servicio de
Internet y pequeños detalles que no significaron nada para ti,
excepto la oportunidad de sondear qué tanto podrías obtener de mí.
Llegaste a mi casa, apreciaste lo que tenía dispuesto para ti, los
gatos que había adoptado a lo largo del tiempo, consideraste que
había futuro para ti en tu forma de vida de parásito absoluto,
sobre todo por el hecho que durante muchísimo tiempo jamás te
presioné para que realizaras alguna actividad medianamente
productiva, ya fuera trabajar o estudiar una carrera profesional
(varias veces me ofrecí a cubrir los gastos de tus estudios y
olímpicamente me ignoraste más de una vez), a pesar de haber
negociado con tres personas (dos de las cuales ya me habían
asegurado un puesto laboral para ti) conocidas y que a final de
cuentas tuve que desdecirme de éstas negociaciones con tal que te
mantuvieras tranquila, especialmente por que el pretexto que
utilizaste fue tan inteligentemente seleccionado que me lo tragué
completo antes de poder reaccionar e intentar mantener a flote una
economía familiar que tenía agujeros causados por tu súbita
llegada. Lo que por mi educación proporcionada por mis padres y
maestros, además de la educación Scout que recibí durante muchos
años no soportaba (no tener un modo honesto, productivo y
remunerador intelectualmente de vivir y obtener dinero) en mí,
tuve que aguantarlo de ti por mucho tiempo; varias veces intenté
imbuirte la idea que el hecho que tuvieras un empleo por humilde y
"mal pagado" que fuera sería suficiente para tener una
mejor calidad de vida para ambos, pero fracasé rotundamente gracias
a tu bien ensayada actitud de mujer desvalida, temerosa y
amorosamente cobarde. ¿Y tu concepto de "felicidad y
tranquilidad", cuál era? Levantarte tarde de la cama, no
quitarte la pijama mañana, tarde y noche, fingir que hacías
limpieza, fingir que te interesabas por mi día y problemas, jugar
compulsivamente bingo y lotería (¡y hasta me presumías que te
daban privilegios especiales por ser tan buena jugadora!, y que hasta
administradora de un grupo y “tester” te habían investido)
en Facebook, medio atender a los gatos y a la casa, medio cocinar,
medio hacer como que me amabas y abrir las piernas un rato en las
noches para satisfacer tu libido, o de plano, consagrarte como actriz
fingiendo un placer sexual que no sentías. Y éso era todo, no había más de nada. Muchas
veces llegué a casa y continuaba con el mismo aspecto descuidado con
el que la había dejado en la mañana, prácticamente a diario tenía
que limpiar los areneros de los gatos por que “te quitaba mucho
tiempo”, además de darles de comer, ponerles agua y revisarlos, no
eras capaz de ir al mercado a comprar comida por decisión o
convicción propia aún cuando fuera absolutamente necesario, ni hacer un recado u ofrecerte a cumplir un
encargo medianamente complejo o que exigiera que abandonaras la casa
y tu pereza diaria. Cuántas y tantas veces te encargaba una tarea
simple al irme a trabajar y al regresar nunca se había realizado,
siempre tenías un pretexto (creíble o no) para justificar el
hecho que no había sido cumplido el encargo
Por problemas en mi
trabajo, especialmente con los horarios y tiempos de traslado
(largos, tediosos, llenos de
tribulaciones y vicisitudes sin cuento),
decidimos en un arranque de locura y necesidad mudarnos del Centro de
la Ciudad de México hacia el sur; decisión que he de reconocer, fue
la primera acertada que tuviste por que tú encontraste el lugar en
el que yo pensé (nuevamente, como un
imbécil redomado al cual le había sorbido el seso y el sexo una
mujer que sólo piensa en sí misma y en su beneficio inmediato)
que seríamos felices y dichosos. Pero no contabas con que ahora sí,
gracias al aumento en el costo de la renta del departamento, de los
pagos de la deuda que contraje en la empresa para la que trabajo y
que nos permitió contratar el camión de mudanza, pagar el depósito
y la primera renta, y del nuevo préstamo de la empresa para
reemplazar el refrigerador que nos había acompañado y que terminó
sus días con el motor quemado, ahora sí te exigiría que trabajaras
y aportaras dinero fresco y necesario a la economía de lo que
estúpidamente llamaba "familia". Agradezco infinitamente
que no te hubieses embarazado por que entonces sí tendríamos
verdaderos problemas; tu idea de rechazar el embarazo (nuevamente,
analizando tu comportamiento y lo poquísimo que me dejaste entrever
de tu personalidad [si
podemos llamarle así])
no era por una cuestión de principios morales, médicos o lógicos,
sino solamente de flojera y de autocomplacencia de tu ego, aunado a
tu carencia absoluta de responsabilidad no solamente por tu propia
vida sino también de las de aquéllos que te rodean. No querías ni
quieres hacerte cargo voluntariamente o por la fuerza de una vida
además de la tuya, no eres capaz de tomar una decisión que afectará
tu futuro plagado de pereza y contemplación de tu propio ombligo, no
eres madura ni intelectual ni moralmente para criar a otro ser humano
y mucho menos educarlo y enseñarle principios que le hagan tener una
mejor vida. Seguramente le enseñarías a ser comodino, flojo,
acomodaticio, buscando siempre el modo más fácil, sin esfuerzo y
rápido de obtener lo que se le antoje y viviendo del esfuerzo de los
demás sin aportar nada ni nadie, ni siquiera una presencia
agradable. Comenzaste a trabajar, a aportar dinero a
regañadientes a la casa, encontrando siempre un pretexto para no
contribuir en la misma medida que yo al gasto familiar. Pretextos,
muchos. Soluciones, ninguna. Y te pesaba mucho, te pesa y te pesará
ganar dinero honestamente y con esfuerzo, tus prioridades están
completamente desajustadas, no tienes conciencia de que hay gente a
tu alrededor que también requiere atención; me atrevo a decirte,
sin temor a equivocarme en lo más mínimo, que "dejaste
de amarme" el día que te exigí que te solidarizaras
con mi esfuerzo y observaras la situación financiera de la casa,
trabajaras y aportaras dinero a la economía de nuestro "hogar".
Y ésto fue por que viste tu vida de parásito amenazada y con
posibilidades de terminar si no hallabas una solución rápida.
Tomaste la decisión de irte de la casa, de abandonarme y de "vivir
tu vida" a tu modo amparada por el pretexto "es
que ya no te amo, dejé de amarte, ya no sé lo que siento por tí"
(¡pero por supuesto que dejaste de amarme!, si ya no tenías la
posibilidad de continuar con tu vida capulina, parasítica, perezosa
e inútil), y ésta fue la segunda mejor (y la última que me
concierne, afortunadamente) decisión que hayas tomado, creyendo
que tendría relevancia en mi vida. No niego ni negaré que me sentí
devastado, enojado, encolerizado, utilizado física, económica,
sexual y emocionalmente, anonadado y sobre todo, decepcionado, MUY
decepcionado, especialmente por que supuse que tu concepto de "amor"
era bastante menos monetarizado, utilitario y parasítico como en
realidad es. A partir del momento que dejaste MI
casa me puse a analizarme, a analizar nuestra relación y a
analizarte a ti.
El resultado lo estás leyendo (si
es que has llegado hasta aquí), y espero sinceramente que tomes
en cuenta éstos puntos finos que encontré. Me decepcioné más
cuando me enteré por tu boca que vives en calidad de arrimada en
casa de la dueña del negocio en el que trabajas (y ciertamente,
no me extraña. No sabes vivir de otra manera), que no ganas
dinero más allá del sueldo de un mediocre empleado de mostrador,
que te complaces en comprar aparatos, enseres y muebles que no
requieres, que prefieres tener un comedor antes que una personalidad,
tener un refrigerador antes que una meta en la vida que no dependa de
la buena voluntad y misericordia de la gente que te rodea; me
decepcionó que me compares con tu padre ya que al final, la que está
repitiendo el esquema de parasitismo, fracaso, tumbos en la vida,
carencia de metas, vivir sin rumbo fijo y sin ambiciones, eres tú y
no yo, te reflejas tanto en ésa persona que intentas achacarle a los
demás las causas de tu propio fracaso como mujer, como pareja, como
hija y como persona a cualquier otro ser humano antes que a ti misma,
como debería ser en una persona normal y sana sicológicamente al
realizar una introspección madura y coherente. Pero sobre todo, me
decepciona y me asombra que no hayas empacado tus fracasos en tus
tristes maletitas y mochilas, y al igual como llegaste a ésta
ciudad, sin siquiera una toalla para secarte al salir de la ducha,
regreses al seno de tu familia; prefieres vivir a expensas de gente
que no te conoce bien en una enorme ciudad que no conoces ni te
interesa conocer, en una casa que no es tuya, chupando el presupuesto
y ocupando el espacio de una persona que no eres tú misma, y
haciéndole la vida imposible a quienes (como yo) alguna vez
te amaron y apreciaron. Desafortunadamente, ése camino marca tu
destino para quedar sola por siempre, buscar otra u otras personas
que no te conozcan bien para recomenzar cada cierto tiempo a vivir
como has elegido vivir, a la sombra de los que tus semejantes y que
aparentemente “te aprecian”, mamando sus triunfos y echándoles
en cara sus fracasos. Eres una eterna adolescente, inmadura mental y
moralmente, carente de personalidad, de objetivos y de metas,
viviendo un día a la vez sin pensar en un futuro más allá del
próximo día de pago. ¿Tus relaciones sentimentales? Simple, las
tendrás en la medida que encuentres a un hombre (o mujer, las
cosas pueden cambiar) que te utilice para satisfacer su ego y su
libido, estás destinada a no tener una relación estable, ni
satisfactoria ni plena o que llene las expectativas sentimentales,
afectivas y sexuales de alguien más que no seas tú misma; pero te
tengo pésimas noticias. Los lugares en los que por el momento
vivimos (pintorescos pueblecitos de Xochimilco) son espacios en los que el
machismo es el campeón, en donde una mujer que como tú ha vivido en
unión libre con otro hombre (o sea, yo) ya es “mujer
usada” y no tiene mayor destino que ser la amante de alguien
con mediano poder adquisitivo o solamente un receptáculo para la
libido de un hombre (o varios) que presumirán que “se
cogieron a ésa mujer, por que es bien fácil y se entrega rápido”,
y mientras los mantengas satisfechos y sin responsabilidad sobre ti
estarán contigo a gusto, pero en cuanto se aburran o se cansen de ti
o comiences a exigir que se responsabilicen de tí como si de una reyna o princesa se tratara, te "ayuden"
o te "consientan", te abandonarán y rechazarán por que
“no eres buena mujer”, no eres “una
mujer decente”..., no eres una mujer que cualquiera de
nuestros vecinos seleccionen para formar una familia, tener hijos,
casarse, hacerla un ama de casa amorosa y productiva, no eres una
mujer confiable, no "sabes jugar en equipo" y no tienes la
intención de cambiar para mejorar. Y si no me crees, pregunta a tus
compañeros hombres si se casarían o formarían una familia con una
mujer como tú, con todos tus antecedentes, sin omitir ninguno o intentar disfrazarlos echándole la culpa de tus fracasos a alguien más (especialmente, a mí. Por que supongo que lo hiciste, lo haces o lo harás).
Ése, lamentablemente, es
tu destino. Andar paseando de cama en cama, de relación en relación, de amorío en amorío buscando una felicidad que no estás preparada física ni emocional ni psicológicamente para recibir o manejar o administrar. Recapacita y regresa a tu familia, ellos no merecen tener
una decepción, una mortificación o una pena como ésta. Con haberme
decepcionado y mortificado a mí deberías estar más que satisfecha.
Sincera y decepcionadamente, el único imbécil que te amó como jamás nadie te amará.
Sincera y decepcionadamente, el único imbécil que te amó como jamás nadie te amará.
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