Una gata sobre el tejado caliente.

Independientemente de mi estado civil o social, o edad o domicilio, mi vida siempre ha estado rodeada y aderezada por los gatos. Desde ese primer gato que nos quedamos en mi casa (se llamaba "Bujia", por que lo encontramos sobre el motor de un auto), pasando por "Harry el Sucio" (un gato horrendo de pinta pero querendón y cariñoso) hasta la actual gatita que poseo (o es mi dueña, según se vea.) Bastet.



¿Que tiene de especial una gatita que llega a tu vida casi directamente de la teta de su madre? Nada, realmente. Pero si esa gata hablara, no me sorprendería en lo absoluto. Siempre ha dormido en mi cama (para envidia de más de una mujer), siempre me ha considerado su segunda madre, me cela como si fuera su marido, acosa sexualmente a mi hijo cuando esta en celo (la gata, no mi hijo), acompaña a mi madre a ver las telenovelas de la tarde mientras teje (mi madre, no la gata), ha escondido juguetitos, pajarillos, lagartijas y hasta un ratón por toda la casa, se levanta de un humor excelente siempre, me acompaña en las tediosas y largas noches de programación o aprendizaje, le encanta la pizza con mucho queso y es la mas acérrima enemiga del reggaetón que conozco.

Y ella es feliz estando entre mis brazos, o escuchando las interminables charlas que me reviento con mi hijo, o simplemente, dormida en su rincón favorito (debajo de mi escritorio, sobre el CPU de mi computadora) toda la tarde hasta la hora de la cena.

Comentarios

  1. Solo tengo q decir que que envidia!!( la gata, no tu) jajaja

    Te quiero bebe!
    Cuida mucho a esa preciosura miauuu

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