De drogas y "endrogados"...
Desde hace un par de años, los mexicanos nos hemos levantado y acostado un día sí y al otro también con noticias que hacen que los vellos del cuerpo se ericen. Que en tal ciudad descubrieron 'n' cantidad de decapitados, que en ésta otra hubo una megabalacera entre dos facciones rivales de narcotraficantes, que algunas ciudades y pueblos han pasado de refugios de familias de clase media alta y alta para los fines de semana a base de narcotraficantes de mucho poder e influencia..., y sinceramente, creo que con tanta cantidad de malas y sangrientas noticias, como que nos hemos "impermeabilizado" en éste aspecto...
Algunos mexicanos lo llaman "guerra", otros la conocen como "la guerra del presidente", muchos están en desacuerdo y otros estamos totalmente de acuerdo, sobre todo por que como personas "de cierta edad" conocimos un México sin violencia, sin narcotráfico y sobre todo, la paz que proporciona un gobierno más o menos al gusto de todos. La figura presidencial, que antes era punto menos que intocable y reverenciada como si de un faraón egipcio de la XII dinastía se tratara, a partir del sexenio de Vicente Fox Quesada ha caído en el escarnio más profundo; si bien la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores no han sido nunca pacíficos y floridos campos donde pacen ovejitas, ahora son verdaderas "leoneras" donde se han atrevido hasta querer impedir una toma presidencial solamente por que no ganó su "candidato". Yo me sigo preguntando (y afortunadamente, espero nunca conocer la respuesta) qué hubiera hecho "ése" candidato que no ganó para acabar con la violencia y el narcotráfico. Pero ahora, en un ejercicio de democracia realmente impensable hace 20 años, hay ciudadanos que le han plantado cara al Presidente de México para exigir derechos, espacios, ayuda, resolución de crímenes, etc., etc., etc., y nadie toma en cuenta que durante muchos años, el pueblo de México permaneció callado soportando todo ésto y más.
El mexicano en general se siente todopoderoso, ultrachingón, capaz de las más grandes hazañas, de saltar el Everest impulsado por un pedo y de beberse el Océano Pacífico con todo y ballenas de un trago. Pero la realidad, la tristísima realidad es muy otra. Tomemos como ejemplo el reciente Campeonato Mundial de Football Soccer, llevado a cabo en la República de Sudáfrica en éste año (evento mal llamado "Sudáfrica 2010"). Parafraseando a un narrador de soccer: "Jugaron como nunca, perdieron como siempre"; después del partido contra Francia (una selección francesa realmente disminuída, no era digna de llamarse "selección de primer nivel") y que algún imbécil comentarista deportivo se atrevió a comparar con la Batalla de Hacienda de Camarones (una de las dos batallas que la invencible Legión Extranjera ha perdido ignominiosamente en toda su historia y que está inscrita en letras de oro en su cuartel general) y la Batalla de Puebla, pasaron a octavos de final. Los aficionados varones eyaculaban por tanto placer que les causaba saber que "El Tri" (la selección de soccer, no el grupo musical) tenía aspiraciones ganar el siguiente partido. Terminó ése partido contra Sudáfrica y les tocó el partido de cuartos de final contra Argentina. Mi lógica dictaba que ni aún entrando armados con escopetas recortadas y armaduras de Kevlar tenían posibilidades de ganarles a los discípulos de Diego Armando Maradona: y de hecho, terminaron hechos pomada y varios apátridas lógicos conocedores de la historia y con excelente memoria (entre ellos, éste su seguro servidor) nos alzamos con dineros bien ganados por apostarle a Argentina. Y todavía cometieron la humorada de anunciar un partido el 11 de agosto de 2010 contra la Selección de España (campeón de soccer surgida de Sudáfrica) como "vamos a ser los primeros en abollarles la corona a los campeones". He de decirles que cada vez que escuchaba ésa publicidad, literalmente me orinaba de risa.
Y el colmo de los colmos (según los patrioteros septembrinos que tanto abundan en éstas fechas) es un cartón de un humorista norteamericano, que muchos mexicanos han tomado como un agravio a nuestros símbolos patrios. Posiblemente lo sea, pero refleja la dolorosísima realidad que se vive actualmente en nuestro país.
Y claro, cómo no, voy a dar mi postura en éste respecto. A los mexicanos de mi generación nos enseñaron en la primaria que no se podía jugar con los héroes nacionales ni los símbolos patrios, pero que si veíamos un dibujo gracioso o francamente obsceno con la bandera americana o el tío Sam o la constitución gringa, podríamos reírnos hasta la saciedad; no sé si a las actuales generaciones les enseñen lo mismo (supongo que no, por la cantidad de "condechos" que tartajean el idioma inglés con dizque acento tejano o californiano), y si encontrabas la ocasión de "chingarte" a un gringo, lo hicieras sin tapujos ni miramientos. ¡Ah!, pero que no se metieran con los mexicanos..., tanto así que la reciente aprobación de una ley en el Estado de Arizona declarando a los inmigrantes ILEGALES de cualquier nacionalidad como susceptibles de encarcelamiento y juicio como criminales, desató una serie de protestas, periodicazos, sesudos artículos, diatribas en las tribunas de ambas cámaras legislativas, movilización de ciudadanos y gobiernos estatales, instancias y secretarías federales, pronunciamientos eclesiásticos (que realmente valen madres, pero para el propósito de subirse a la ola de protestas y obtener un poco de atención funcionaron bastante bien)... y de repente, aparecen muertos 72 inmigrantes ilegales centro y sudamericanos y NADIE HA DICHO NADA. ¿No les parece injusto? ¿Qué preferirían, ser deportados tras 30 días de cárcel o una bala en la cabeza? Y los mexicanos "de a pie", inconformes con el gobierno y sus instituciones, con dios y el diablo, estamos más que hartos que se tome el "honor nacional" como trapeador, llevándolo a la cima de la desfachatez y la hipocresía.
Ése, no es mi México. El mío se compone de valor, honor y gallardía. A ése, lo celebraré.
Algunos mexicanos lo llaman "guerra", otros la conocen como "la guerra del presidente", muchos están en desacuerdo y otros estamos totalmente de acuerdo, sobre todo por que como personas "de cierta edad" conocimos un México sin violencia, sin narcotráfico y sobre todo, la paz que proporciona un gobierno más o menos al gusto de todos. La figura presidencial, que antes era punto menos que intocable y reverenciada como si de un faraón egipcio de la XII dinastía se tratara, a partir del sexenio de Vicente Fox Quesada ha caído en el escarnio más profundo; si bien la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores no han sido nunca pacíficos y floridos campos donde pacen ovejitas, ahora son verdaderas "leoneras" donde se han atrevido hasta querer impedir una toma presidencial solamente por que no ganó su "candidato". Yo me sigo preguntando (y afortunadamente, espero nunca conocer la respuesta) qué hubiera hecho "ése" candidato que no ganó para acabar con la violencia y el narcotráfico. Pero ahora, en un ejercicio de democracia realmente impensable hace 20 años, hay ciudadanos que le han plantado cara al Presidente de México para exigir derechos, espacios, ayuda, resolución de crímenes, etc., etc., etc., y nadie toma en cuenta que durante muchos años, el pueblo de México permaneció callado soportando todo ésto y más.
El mexicano en general se siente todopoderoso, ultrachingón, capaz de las más grandes hazañas, de saltar el Everest impulsado por un pedo y de beberse el Océano Pacífico con todo y ballenas de un trago. Pero la realidad, la tristísima realidad es muy otra. Tomemos como ejemplo el reciente Campeonato Mundial de Football Soccer, llevado a cabo en la República de Sudáfrica en éste año (evento mal llamado "Sudáfrica 2010"). Parafraseando a un narrador de soccer: "Jugaron como nunca, perdieron como siempre"; después del partido contra Francia (una selección francesa realmente disminuída, no era digna de llamarse "selección de primer nivel") y que algún imbécil comentarista deportivo se atrevió a comparar con la Batalla de Hacienda de Camarones (una de las dos batallas que la invencible Legión Extranjera ha perdido ignominiosamente en toda su historia y que está inscrita en letras de oro en su cuartel general) y la Batalla de Puebla, pasaron a octavos de final. Los aficionados varones eyaculaban por tanto placer que les causaba saber que "El Tri" (la selección de soccer, no el grupo musical) tenía aspiraciones ganar el siguiente partido. Terminó ése partido contra Sudáfrica y les tocó el partido de cuartos de final contra Argentina. Mi lógica dictaba que ni aún entrando armados con escopetas recortadas y armaduras de Kevlar tenían posibilidades de ganarles a los discípulos de Diego Armando Maradona: y de hecho, terminaron hechos pomada y varios apátridas lógicos conocedores de la historia y con excelente memoria (entre ellos, éste su seguro servidor) nos alzamos con dineros bien ganados por apostarle a Argentina. Y todavía cometieron la humorada de anunciar un partido el 11 de agosto de 2010 contra la Selección de España (campeón de soccer surgida de Sudáfrica) como "vamos a ser los primeros en abollarles la corona a los campeones". He de decirles que cada vez que escuchaba ésa publicidad, literalmente me orinaba de risa.
Y el colmo de los colmos (según los patrioteros septembrinos que tanto abundan en éstas fechas) es un cartón de un humorista norteamericano, que muchos mexicanos han tomado como un agravio a nuestros símbolos patrios. Posiblemente lo sea, pero refleja la dolorosísima realidad que se vive actualmente en nuestro país.
Y claro, cómo no, voy a dar mi postura en éste respecto. A los mexicanos de mi generación nos enseñaron en la primaria que no se podía jugar con los héroes nacionales ni los símbolos patrios, pero que si veíamos un dibujo gracioso o francamente obsceno con la bandera americana o el tío Sam o la constitución gringa, podríamos reírnos hasta la saciedad; no sé si a las actuales generaciones les enseñen lo mismo (supongo que no, por la cantidad de "condechos" que tartajean el idioma inglés con dizque acento tejano o californiano), y si encontrabas la ocasión de "chingarte" a un gringo, lo hicieras sin tapujos ni miramientos. ¡Ah!, pero que no se metieran con los mexicanos..., tanto así que la reciente aprobación de una ley en el Estado de Arizona declarando a los inmigrantes ILEGALES de cualquier nacionalidad como susceptibles de encarcelamiento y juicio como criminales, desató una serie de protestas, periodicazos, sesudos artículos, diatribas en las tribunas de ambas cámaras legislativas, movilización de ciudadanos y gobiernos estatales, instancias y secretarías federales, pronunciamientos eclesiásticos (que realmente valen madres, pero para el propósito de subirse a la ola de protestas y obtener un poco de atención funcionaron bastante bien)... y de repente, aparecen muertos 72 inmigrantes ilegales centro y sudamericanos y NADIE HA DICHO NADA. ¿No les parece injusto? ¿Qué preferirían, ser deportados tras 30 días de cárcel o una bala en la cabeza? Y los mexicanos "de a pie", inconformes con el gobierno y sus instituciones, con dios y el diablo, estamos más que hartos que se tome el "honor nacional" como trapeador, llevándolo a la cima de la desfachatez y la hipocresía.
Ése, no es mi México. El mío se compone de valor, honor y gallardía. A ése, lo celebraré.
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