Tres Hermanos (Scouts).

Pocas veces, las circunstancias, la vida, la casualidad o como quieran llamarle te da la oportunidad de compartir con personas afines a tu pensamiento o simplemente, a tu sentido (En mi caso, bastante retorcido...) del humor. Cuando dejé la Tropa del Grupo 5, anduve en un peregrinar por varios grupos y provincias Scouts; en algún momento llegué a la Provincia Venustiano Carranza al Grupo Scout 278 de la Puerta 3 de la Ciudad Deportiva. Me habían convencido de quedarme con la promesa que abrirían un Clan de Rovers en un tiempo cercano y querían que permaneciera en el grupo. Pero por una afortunada casualidad, el Jefe de Tropa de éste grupo era integrante dentro de otro grupo cercano, el 112 R. L. (y en son de broma, "de C. V.".), y me invitó cordialmente ("¡¡Ándale, güey!!, para que te integres al Clan más chingón de la Provincia") a asistir a la miniolimpiada que tendrían ése día. Justo es decir que me integraron rapidísimo, sobre todo después de la reverendísima putiza que me puso "El Johnny" (en ése entonces, Juan Carlos era el muchacho más chico del clan, con 16 años...) en box.

Pero ahora, ya integrado a un Clan de Rovers, me dí cuenta que dos de los integrantes eran los mejores amigos que podría encontrar, leales y cabales, graciosos, con un humor ácido y a veces tonto, yendo de sorpresa en sorpresa, de risa en risa y a veces a patadas y zapes, Germán Jesús (La Res) Barragán Flores y Carlos (El Pollo y últimamente El BolloPollo) Villaseñor Manrique, los que poco a poco nos hicimos tan amigos que hasta parecíamos hermanos carnales; de hecho, muchas veces decían que Carlos y yo éramos hermanos, sobre todo por que ambos tenemos los ojos de color claro. Pasamos muchísimas experiencias, tales como tener a la misma chica como novia (Alguna aprendiz de suripanta de cuyo nombre nos acordamos muy bien, pero debido a la censura ejercida decidí omitirlo, llamada "la novia del Clan" por obvias razones), o integrar la "División Panzer" del Clan (los más pesados y lentos en las caminatas Scouts y de supervivencia.) o el mejor conjunto de centro, guardia y quarterback para los campeonatos de "tochito" Scout (que por cierto, jamás perdimos un partido, al menos voluntariamente.). Muchas veces compartimos noches de dominó y de ingestión de cervezas, "cubas", cigarros, serenatas, salidas al cine, noches de estudio..., y cada vez teníamos más y más compenetración como amigos. (En la foto, Carlos a la izquierda, Germán en medio, y su servidor a la derecha.)

Dos anécdotas que retratan la clase de relación que llevábamos. En una ascención al volcán Popocatépetl tuvimos la fortuna (o desfortuna, no alcanzo a entenderlo) de dormir en una pequeñísima tienda de campaña. Rápidamente organizamos concursos varios, tales como eructos y tosidos, concurso de chistes y bromas que no dejamos dormir a nadie. Al día siguiente, cuando abrimos la tienda de campaña, juro por las cabezas de mis hijos que salía vapor de ella. Casi siempre en los campamentos de clan, el buen Germán tenía la costumbre de untarse alcohol en algún brazo, acercarse a la fogata y gritar "¡¡LLAMAS A MÍ!!" mientras el brazo (naturalmente lampiño, si no imagínense la quemazón de pelos y el consiguiente mal olor) ardía en llamas que inmediatamente se apagaban, proporcionando un divertimento alucinantemente peligroso; hasta que una vez cambió involuntariamente el alcohol por gasolina blanca; y ésta vez, las llamas llegaron y no se fueron, es más, continuaron mientras "La Res" corría despavorido hasta el riachuelo a 30 metros de nuestro campamento mientras todo el clan se orinaba y partía en tres de la risa...

Como todo en la vida, tuvimos nuestros problemas internos (de los cuales, juro por mi madre, ya no me acuerdo.), nuestras desaveniencias y hasta golpes en mal plan. Germán entró a trabajar a un banco como cajero, y durante su estancia en éste trabajo decidió irse a Ciudad Juárez, Carlos terminó su carrera y entró a trabajar a una empresa importante, yo continué dentro de los Scouts y ahora como flamante padre de un hermoso hijo, ser padre de familia no fue fácil. Dejamos de vernos por una u otra circunstancia, hasta que hace poco menos de un año nos reencontramos en Facebook (y quien diga que Facebook o las redes sociales son inútiles, yo opino exactamente lo contrario.) y así me enteré que Germán vendría de vacaciones a la Ciudad de México y a visitar a su familia y especialmente a nosotros. Pasé una tarde-noche maravillosa, riendo, tomando cervezas, jugando dominó (por fin les gané, par de cabrones, ¡Y POR "ZAPATO" DOBLE!), sacando los recuerdos y los que ya no están entre nosotros, como el "Inge" Eloy Acosta Sosa, Jefe de Grupo y Padrino de Clan de varios de nosotros, Germán y yo incluídos, platicando de los hijos, las esposas y las enfermedades..., y siendo quienes fuimos, somos y seremos.

Un enorme abrazo a mis Hermanos Scouts, un fortísimo apretón de mano izquierda, la seguridad de mi cariño y amor, y sobre todo, saber que aún somos "pieza" para cualquiera que pueda y quiera enfrentarnos. ¡¡Salud por la "del Santo"!!