Lo que se hereda no se roba.

Casi al principio de nuestra nueva convivencia (Después del lapso de tiempo en que dejé de tener contacto con su madre, María Sara.) Israel me preguntó casi en tono de broma si él tenía hermanos, y para su sorpresa le dije "Sí, tienes un hermano y se llama David.", exacerbándole la vena de la curiosidad por conocerlo; de hecho, a principios de febrero me hizo un intenso y extenso interrogatorio acerca de su hermano que contesté como pude con la poca o mucha información que poseía. Pasó un tiempo y a principios de agosto de éste año me dice Israel "¿No crees que sería un excelente regalo de cumpleaños que conocieras a mi hermano?"..., y la idea me gustó.

Pero considerando que la relación con Laura terminó en una especie de debacle sentimental y afectiva, además que realmente la familia de ella me tiene sin cuidado y siempre los he considerado un tanto cuanto "normales" en exceso generando una tirantez muy incómoda en la relación con Laura y todo lo que la rodea, es que no había intentado acercarme a él nunca, excepto una vez. Pero ése no es el tema, tal vez después.

Pasó mi cumpleaños con todo el jolgorio y pitanza que se había organizado, y hasta cierto punto me había olvidado del tema de conocer a David, hasta que ayer 26 de agosto llega Israel del trabajo y me dice en tono perentorio "¡Vámonos!". Yo tan amante de las sorpresas como soy (Tono irónico, por que en realidad ¡ODIO! las sorpresas...) no cesé de interrogar a Israel de hacia dónde nos dirigíamos a lo cual jamás me contestó. Abordamos el tren metropolitano, bajamos en la estación de la Normal Superior de Maestros, caminamos casi con prisa, y vimos a un par de chamacos de secundaria. "Te presento a tu hijo"..., y mis chones junto con mis nalgas cayeron al piso.

Alto, fornido, sonrisa fácil, moreno claro (Según Israel, una fotocopia mía con un poco más de toner.), ojos expresivos y serenos, la misma cara de feraz inocencia con el toque de "¿Cómo podré chingarte, cabrón?" que yo ostentaba a su edad, se declara atractivo para el sexo opuesto (No sabe la cantidad de satisfacciones y broncas que va a tener por éso, pero es cuestión de tiempo que lo averigüe.) y Patrimonio de la Femineidad (¿Dónde he escuchado éso?), en fin y como bien lo dijo su hermano mayor (Orgulloso hermano mayor, diría yo.) una copia de éste su servidor. Quiero suponer que tiene el pelo lacio como su madre, pero su actual corte de pelo no permite apreciarlo. Caminamos hacia su casa, y durante el trayecto platicamos de todo lo que me permitiría conocerlo; y haciendo honor al título de ésta entrada, lo que se hereda no se roba. Pensamientos claros, respuestas breves y al punto, mucho buen humor, también mucho doble sentido, ilusiones de un niño de 14 años, sorpresa en grandes dosis al darse cuenta que lo que él consideraba único e irrepetible en realidad es herencia por parte de su padre, además de compartirlo con su recién estrenado hermano mayor en cantidades exageradas, curiosidad respecto a mí, a su hermano, a ésa parte de la familia que no conoce (Aún, pero la conocerá.), sorpresa mía por la cantidad de información que se puede recabar de un ser humano en menos de media hora..., y orgullosamente presento a mis hijos, Jhonatan Israel y David, y obviamente, en medio su servidor.

Casi de mutuo acuerdo, decidimos quedarnos a platicar un poco más de tiempo sentados en la banqueta de la calle, y ahí descubrí diferencias que lo distinguen de los demás Ortiz (Supongo que éstas diferencias son ambientales, aunque eso no deja que sean un obstáculo.); sabe dibujar MUY bien, mucho mejor que su hermano, le gusta el football soccer, quiere entrar a la UNAM, es ducho en la cocina y quiere ser chef, desea viajar a Europa cuando sea mayor..., en fin, tantos temas que se trataron que ahora, casi 12 horas después aún no logro asimilar. Quedamos que hoy estaría por él en su escuela, a ver qué nuevos temas podemos tratar. Pero en general puedo decir que estoy muy complacido por que a pesar de su evidente inmadurez y de su alejamiento de mí, heredó muchos rasgos de mi propia personalidad (Así como yo tengo parte de la personalidad de Don Carlos Eduardo.) como para no comprobar la teoría de que no es el ambiente sino los genes los que determinan muchas semejanzas para el ser humano respecto al desarrollo de la personalidad.