En la esquina del "cielo sideral".
El ser Humano desde sus más primitivos orígenes ha intentado hacer partícipe a agentes externos de su destino. Los dioses, la suerte, los horóscopos, los espíritus, los seres féericos, los ángeles y una multitud de paparruchadas que tienden casi al infinito. Racionalmente, es imposible que el destino de alguien (el que sea) esté "escrito en las estrellas" (en ninguna), puesto que las estrellas son cuerpos celestes que brillan con luz propia o de un modo más técnico y preciso, podría decirse que se trata de un cúmulo de materia en estado de plasma en un continuo proceso de colapso, en la que interactúan diversas fuerzas que equilibran dicho proceso en un estado hidrostático, y tantas cosas que son científicamente comprobables, EXCEPTO en regir la vida, obra, desobra y muerte de una o varias personas en particular. A algunos sicólogos e investigadores sociales se les ocurrió hacer un experimento en una ciudad americana a mediados de los 70's (disculparán que no dé más datos, pero no puedo retener tanto) en el que seleccionaron 12 textos al azar y los asignaron aleatoriamente vía correo a 1,200 personas. De ésa cantidad de personas, el 70% dijo que la predicción que le había tocado en turno era ABSOLUTAMENTE exacta a lo que le había sucedido ése día o ésa semana; y del 30% restante, el 80% consignó que la "predicción" los había ayudado medianamente. Y no digamos los cientos de miles de lectores consetudinarios de periódicos en el mundo que consultan antes que nada el horóscopo para "saber qué les depara el destino".
También tenemos el ejemplo de las "profecías" y "vaticinios" que cada tanto aparecen en periódicos, revistas, rumores, cuentos de viejas y chismes. Michel de Nostradamus, Edgar Cayce, los mayas, los aztecas, los chinos, los celtas..., y tantas civilizaciones desaparecidas que inundan nuestra actualidad con posibles destinos que ya aburren cuando comienzan los crédulos a expandir el rumor de posibles catástrofes, interpretaciones, reinterpretaciones, adecuaciones y hasta invenciones de cada profecía que la verdad se hacen hasta ridículas. Por ejemplo, el judío converso Michel de Nostradamus ha sido tanto o más interpretado y reinterpretado como Jesucristo por los cristianos. Cada uno de aquellos quienes creen haber encontrado una nueva "clave oculta" en los escritos de éste médico medieval describiendo un acontecimiento actual (cuando lo reacomodaron al ataque a las Torres Gemelas de Nueva York me partía en dos de tanta risa que relajó bastante el ambiente tenso que generó la noticia transmitida vía satélite a todo el mundo en el instante mismo en que tenía lugar el acontecimiento). Y más risa me dan las crédulas ovejitas cristofans pseudojudías (léase "cristianos paulinos") cuando dicen "Jesucristo viene pronto"..., y se les olvida que se supone que éste profeta falló en predecir que antes de que terminara la generación que lo había visto, regresaría. Y de éso, ya han pasado 1,900 años (tomando en cuenta que Yehohanán [o sea, el apóstol Juan] tenía entre 17 y 22 años cuando la dizque "predicación histórica" del profeta nazareno) desde que murió el apóstol Juan, el más joven de todos ellos. Más ridículos son "ellos" cuando toman parte del calendario maya, le asignan el grado o nivel de "profecías mayas" y asustan a quien se deje con que el 22 de diciembre de 2012 el mundo terminará y el tal profeta nazareno judío regresará, haciendo un batiburrillo de cristianismo, numerología, "matemáticas sagradas", kábalah judía (de la verdadera, no la de Madonna), paulismo, antropología, interpretación de tradiciones ajenas, sincretismo y ridículo que dan pena ajena. Si leyeran correctamente, se darían cuenta que según los mayas, cambia una era a otra, algo así como un 31 de diciembre para ellos. El cambio de un año a otro, tal como el que nos ocupa.
Y todo ésto viene a cuento por que el día de ayer y antier, 13 y 14 de febrero de 2010 se celebró en todas las comunidades chinas del mundo (y en China, claro está) el Año Nuevo Lunar del Tigre de Metal. Y la cantidad de sucesos y dizque "vaticinios", todos los cuales son tan imprecisos como escupir a la calle desde un sexto piso y esperar que caiga dentro de un dedal oculto debajo de un libro. La diferencia entre el vaticinio de los chinos y los caldeos-babilonios es que se centra sobre la personalidad y alcances de las personas, no en un posible "futuro". En pocas palabras, te da las armas para desarrollarte (supuestamente y siempre bajo la premisa que crees en lo que te dice tal vaticinio). Y para éstos casos, tengo una actitud: Nadie ni nada más que yo mismo soy el dueño, arquitecto y responsable de mi destino y metas. Es una lástima que pocos humanos se hagan tan responsables de sí mismos que no necesiten echarle la culpa a factores externos de sus triunfos y fracasos. Y me seguiré riendo hasta la diarrea de un tipo que en su programa de televisión se autodenomina "Arquitecto de Sueños" (nada más indicador del posible embaucamiento al que someterá a sus seguidores) quien proclama que "en el cielo sideral encontrarás tu destino". Patético.
También tenemos el ejemplo de las "profecías" y "vaticinios" que cada tanto aparecen en periódicos, revistas, rumores, cuentos de viejas y chismes. Michel de Nostradamus, Edgar Cayce, los mayas, los aztecas, los chinos, los celtas..., y tantas civilizaciones desaparecidas que inundan nuestra actualidad con posibles destinos que ya aburren cuando comienzan los crédulos a expandir el rumor de posibles catástrofes, interpretaciones, reinterpretaciones, adecuaciones y hasta invenciones de cada profecía que la verdad se hacen hasta ridículas. Por ejemplo, el judío converso Michel de Nostradamus ha sido tanto o más interpretado y reinterpretado como Jesucristo por los cristianos. Cada uno de aquellos quienes creen haber encontrado una nueva "clave oculta" en los escritos de éste médico medieval describiendo un acontecimiento actual (cuando lo reacomodaron al ataque a las Torres Gemelas de Nueva York me partía en dos de tanta risa que relajó bastante el ambiente tenso que generó la noticia transmitida vía satélite a todo el mundo en el instante mismo en que tenía lugar el acontecimiento). Y más risa me dan las crédulas ovejitas cristofans pseudojudías (léase "cristianos paulinos") cuando dicen "Jesucristo viene pronto"..., y se les olvida que se supone que éste profeta falló en predecir que antes de que terminara la generación que lo había visto, regresaría. Y de éso, ya han pasado 1,900 años (tomando en cuenta que Yehohanán [o sea, el apóstol Juan] tenía entre 17 y 22 años cuando la dizque "predicación histórica" del profeta nazareno) desde que murió el apóstol Juan, el más joven de todos ellos. Más ridículos son "ellos" cuando toman parte del calendario maya, le asignan el grado o nivel de "profecías mayas" y asustan a quien se deje con que el 22 de diciembre de 2012 el mundo terminará y el tal profeta nazareno judío regresará, haciendo un batiburrillo de cristianismo, numerología, "matemáticas sagradas", kábalah judía (de la verdadera, no la de Madonna), paulismo, antropología, interpretación de tradiciones ajenas, sincretismo y ridículo que dan pena ajena. Si leyeran correctamente, se darían cuenta que según los mayas, cambia una era a otra, algo así como un 31 de diciembre para ellos. El cambio de un año a otro, tal como el que nos ocupa.
Y todo ésto viene a cuento por que el día de ayer y antier, 13 y 14 de febrero de 2010 se celebró en todas las comunidades chinas del mundo (y en China, claro está) el Año Nuevo Lunar del Tigre de Metal. Y la cantidad de sucesos y dizque "vaticinios", todos los cuales son tan imprecisos como escupir a la calle desde un sexto piso y esperar que caiga dentro de un dedal oculto debajo de un libro. La diferencia entre el vaticinio de los chinos y los caldeos-babilonios es que se centra sobre la personalidad y alcances de las personas, no en un posible "futuro". En pocas palabras, te da las armas para desarrollarte (supuestamente y siempre bajo la premisa que crees en lo que te dice tal vaticinio). Y para éstos casos, tengo una actitud: Nadie ni nada más que yo mismo soy el dueño, arquitecto y responsable de mi destino y metas. Es una lástima que pocos humanos se hagan tan responsables de sí mismos que no necesiten echarle la culpa a factores externos de sus triunfos y fracasos. Y me seguiré riendo hasta la diarrea de un tipo que en su programa de televisión se autodenomina "Arquitecto de Sueños" (nada más indicador del posible embaucamiento al que someterá a sus seguidores) quien proclama que "en el cielo sideral encontrarás tu destino". Patético.
Y el ser humano insiste en sentirse "Especial" (Por cierto, no conoceras algun remedio casero para el Sindrome de tunel carpiano) (Sin albur)?
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