El Helicóptero de Navidad.
La cena de navidad de ayer ( ojo, siendo ateo no celebro la navidad, ¿vale? ) fue el culmen de un día de limpieza ajetreado y reconfortante. La compra de los manjares que degustaríamos en la cena corrió a cargo del miembro más joven de la casa, mi hijo Israel, y como él tenía antojo de pollo, y no había presupuesto en la mañana para que me pusiera a cocinar, optó por acercarse a la casita del Coronel Sanders más cercana a la casa, adquirir una buena cantidad de pollo frito estilo Kentucky con sus acompañamientos, y disfrutar de una cena en familia ( Abuela, padre, hijo y gata ). Con lo que no contaba es que la persona que lo atendió o ya estaba muy cansada o de plano era estúpida, por que querían forzarlo a comprar un paquete más grande del requerido, y después de la consiguiente sesión de gritos y sombrerazos, le dieron lo que él pidió y que ya había pagado. A la hora de la cena, nos dimos cuenta de la sutil y cruel venganza de la persona que lo atendió..., junto con UNA pierna, UN mu