Hoy, hace 24 años, ¿qué estabas haciendo, qué edad tenías?
Tengo el vívido recuerdo de TODO lo que hice el 19 de septiembre de 1985. Desde el momento que abrí los ojos (a las 6 de la mañana), recuerdo haber tomado una buena ducha, afeitarme, vestirme, desayunar y salir de mi casa a las 6:45. Recuerdo subirme al metro, abordar un autobús..., y entonces, a las 7:19 de la mañana, sentir una enorme sacudida dentro del autobús. Por un segundo, pensé que habíamos chocado contra un auto, pero al voltear por la ventana las olas que se hacían en un enorme encharcamiento sobre la avenida me alertaron que no era un momento normal en la vida de nadie.
Señoras gritando, hombres corriendo, y yo paralizado observando que la torre de alta tensión bajo la que se encontraba el autobús se balanceaba peligrosamente y un par de cables se tocaron, con el consiguiente chispazo. Todo pasó y el autobús continuó su marcha. Dos minutos después bajé en el Palacio de los Deportes, lugar en el que trabajaba en el Censo Económico de 1985. Pero nunca llegué a la oficina.
Algunos obreros que estaban haciendo el pulimiento de la cúpula del Palacio de los Deportes, tenían el radio a todo volumen, y se escuchaba la voz de los periodistas radiofónicos José Gutiérrez Vivó y Víctor Soriano diciendo "El hotel Regis se incendia, el restaurante 'La Super Leche' está derrumbado, no intente acercarse al área de Tlatelolco por que el edificio Nuevo León ha colapsado en sus dos terceras partes"; ahí se me fue el aliento, era la ruta para la escuela de mi hermano, y mi madre siempre lo acompañaba en ése tramo. Decidí que debía llegar a mi casa cuanto antes, así que puse mis piernas Scouts en acción y caminar los 25 kilómetros que me separaban de casa.
Y por donde pasaba, había caos y miedo, pánico en los ojos de la gente. Al acercarme al Centro Histórico de la Ciudad de México el caos tenía forma y fondo. Tres edificios derrumbados, gente corriendo y gritando que se escapaba el gas de ciertos restaurantes, policías histéricos tratando de alejar a la gente de las avenidas, personas a pie. Quise dar un rodeo y pasar por la avenida Balderas, pero me dí cuenta que sería imposible. Dos edificios en escombros impedían el paso. Finalmente, me armé de valor y llegué a la Avenida Paseo de la Reforma y enfilé a casa. Mis vecinos estaban histéricos, asustados, sin energía eléctrica, sin agua, pero vivos. El edificio estaba sano y entero; entré a mi casa, me quité los zapatos tenis y me comencé a uniformar de Scout. Recordé que hacía apenas un año, el 21 de noviembre habíamos ido todos los de mi Clan a ayudar a los afectados de la explosión de San Juan Ixhuatepec sin apenas comunicarnos. Uniformado, me dirigí a la escuela por mi hermano, pero habían decretado cerrarla, ya que estaba en la zona de Tlatelolco y por el momento estaba vedada. Recordé que mi hermano tenía un gran amigo que vivía al norte de la escuela y ahí me dirigí.
Para éste momento, mi madre había llegado a casa y diligentemente mis vecinos le habían dicho que yo estaba bien y que había ido a buscar a mi hermano. En cuanto llegamos, cambiamos impresiones y escuchamos el radio. Toda la colonia Roma (donde se encuentra el edificio de la Asociación Scout de México) era una zona de desastre en la magnitud de Baalbek o Tel Aviv en lo peor de la guerra sirio-israelí, o más recientemente, el aspecto de las ciudades kosovares cuando su revolución. Mi hermano también vistió su uniforme y nos dispusimos a ayudar al prójimo en la medida de nuestras capacidades; al no poder pasar hasta el local de mi grupo, decidimos dirigirnos hacia uno de los albergues cercanos a las zonas de desastre. Nos presentamos con el jefe de grupo que en ése momento estaba ayudando, y pacientemente comenzamos a darle consuelo, cama, espacio para dormir, mantas, juegos para entretener a los más pequeños, organizar las provisiones, intentar conseguir agua potable para las 5,000 personas que estaban alojadas ahí. El dia siguiente, 20 de septiembre, unos momentos después de retirarse el Presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado (el cual pasó a escasos 20 centímetros de mí) se da un temblor de menor magnitud telúrica pero enorme en histeria. Días después, voy a casa a tomar un baño y cambiarme el uniforme, tener enterada a mi madre de nuestras peripecias y comer caliente. Una semana después, sin apenas haber dormido, nos enteramos que en el estadio de baseball en el Parque del Seguro Social (en ésa época, ahí jugaban los Tigres del México y los Diablos Rojos del México, baseball profesional) se había implementado la morgue más grande del mundo. Nadie sabe cuántos murieron, nadie sabe cuántos desaparecieron, nadie sabe a ciencia cierta cuántos mexicanos dejaron éste mundo.
Anécdotas como ésta son parte de mí. En ése entonces, tenía 21 años recién cumplidos (un mes antes) y mi hijo mayor aún estaba en la panza de su madre, ya que nacería en el mes de diciembre. Y tú, ¿qué hacías hace 24 años?
Señoras gritando, hombres corriendo, y yo paralizado observando que la torre de alta tensión bajo la que se encontraba el autobús se balanceaba peligrosamente y un par de cables se tocaron, con el consiguiente chispazo. Todo pasó y el autobús continuó su marcha. Dos minutos después bajé en el Palacio de los Deportes, lugar en el que trabajaba en el Censo Económico de 1985. Pero nunca llegué a la oficina.
Algunos obreros que estaban haciendo el pulimiento de la cúpula del Palacio de los Deportes, tenían el radio a todo volumen, y se escuchaba la voz de los periodistas radiofónicos José Gutiérrez Vivó y Víctor Soriano diciendo "El hotel Regis se incendia, el restaurante 'La Super Leche' está derrumbado, no intente acercarse al área de Tlatelolco por que el edificio Nuevo León ha colapsado en sus dos terceras partes"; ahí se me fue el aliento, era la ruta para la escuela de mi hermano, y mi madre siempre lo acompañaba en ése tramo. Decidí que debía llegar a mi casa cuanto antes, así que puse mis piernas Scouts en acción y caminar los 25 kilómetros que me separaban de casa.
Y por donde pasaba, había caos y miedo, pánico en los ojos de la gente. Al acercarme al Centro Histórico de la Ciudad de México el caos tenía forma y fondo. Tres edificios derrumbados, gente corriendo y gritando que se escapaba el gas de ciertos restaurantes, policías histéricos tratando de alejar a la gente de las avenidas, personas a pie. Quise dar un rodeo y pasar por la avenida Balderas, pero me dí cuenta que sería imposible. Dos edificios en escombros impedían el paso. Finalmente, me armé de valor y llegué a la Avenida Paseo de la Reforma y enfilé a casa. Mis vecinos estaban histéricos, asustados, sin energía eléctrica, sin agua, pero vivos. El edificio estaba sano y entero; entré a mi casa, me quité los zapatos tenis y me comencé a uniformar de Scout. Recordé que hacía apenas un año, el 21 de noviembre habíamos ido todos los de mi Clan a ayudar a los afectados de la explosión de San Juan Ixhuatepec sin apenas comunicarnos. Uniformado, me dirigí a la escuela por mi hermano, pero habían decretado cerrarla, ya que estaba en la zona de Tlatelolco y por el momento estaba vedada. Recordé que mi hermano tenía un gran amigo que vivía al norte de la escuela y ahí me dirigí.
Para éste momento, mi madre había llegado a casa y diligentemente mis vecinos le habían dicho que yo estaba bien y que había ido a buscar a mi hermano. En cuanto llegamos, cambiamos impresiones y escuchamos el radio. Toda la colonia Roma (donde se encuentra el edificio de la Asociación Scout de México) era una zona de desastre en la magnitud de Baalbek o Tel Aviv en lo peor de la guerra sirio-israelí, o más recientemente, el aspecto de las ciudades kosovares cuando su revolución. Mi hermano también vistió su uniforme y nos dispusimos a ayudar al prójimo en la medida de nuestras capacidades; al no poder pasar hasta el local de mi grupo, decidimos dirigirnos hacia uno de los albergues cercanos a las zonas de desastre. Nos presentamos con el jefe de grupo que en ése momento estaba ayudando, y pacientemente comenzamos a darle consuelo, cama, espacio para dormir, mantas, juegos para entretener a los más pequeños, organizar las provisiones, intentar conseguir agua potable para las 5,000 personas que estaban alojadas ahí. El dia siguiente, 20 de septiembre, unos momentos después de retirarse el Presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado (el cual pasó a escasos 20 centímetros de mí) se da un temblor de menor magnitud telúrica pero enorme en histeria. Días después, voy a casa a tomar un baño y cambiarme el uniforme, tener enterada a mi madre de nuestras peripecias y comer caliente. Una semana después, sin apenas haber dormido, nos enteramos que en el estadio de baseball en el Parque del Seguro Social (en ésa época, ahí jugaban los Tigres del México y los Diablos Rojos del México, baseball profesional) se había implementado la morgue más grande del mundo. Nadie sabe cuántos murieron, nadie sabe cuántos desaparecieron, nadie sabe a ciencia cierta cuántos mexicanos dejaron éste mundo.
Anécdotas como ésta son parte de mí. En ése entonces, tenía 21 años recién cumplidos (un mes antes) y mi hijo mayor aún estaba en la panza de su madre, ya que nacería en el mes de diciembre. Y tú, ¿qué hacías hace 24 años?
asi es mi amigo todos los scouts estabamos en chinga ese dia, y no paramos hasta que de plano nuestras fuerzas nos abandonaron, recuerdo a mi santisima madre organizar cazuelas con arroz y frijoles para dar de comer a los rescatistas......y todo lo que se vivio en esos terribles dias no lo puedo borrar de mi memoria.
ResponderEliminarte saludo..........OSO PODEROSO
Hace 24 años (Hoy es 24 de Septiembre), sólo contaba con 1 año, 11 meses y 12 días de nacida. De tal manera que no recuerdo absolutamente nada. Mis padres estarían prodigándome amor. O al menos eso creo, de no ser así...empezaría a entender muchas cosas.
ResponderEliminarInteresante y conmovedora historia la tuya.
Hasta pronto.
ah!!! viendo la tele consternada...
ResponderEliminar24 horas era el noticiario de aquel entonces!
a la fecha escucho historias muy tristes, pero creo que nada como vivirlo...
que dolor, cuánto dolor y desolación...
no se olvida a través del tiempo, creo que todos los que ayudaron son verdaderos héroes...
Ese día me llevaron a casa de mi tía por Villa Coapa, puesto que mi madre estaba espantada del temblor, yo la neta no vi que fuera tanto pedo (ohh hermosos 9 años :P), por cierto, y a ti lector, dónde te agarró el temblor? ;)
ResponderEliminarRecordemos a Chico Ché XD
IBA A CUMPLIR 25 AÑOS Y AL IGUAL ESE DIA LO RECUERDO COMO AYER VIVIA CERCA DE LA ESCUELA DE MONJAS DE TAXQUEÑA Y EL HOTEL MONTREAL EN TLALPAN, QUE SE CAYERON AL IGUAL EL HOTEL CONTINENTAL EN REFORMA ME IMPRESIONO PUES AHI FUE MI GRADUACION DE LA UNIVERSIDAD Y EN EL SUPERLECHE VIVIA UNA AMIGA SUS SUEGROS MURIERON Y ELLA CON SU ESPOSO Y NIÑA DE 2 AÑOS ALCANZARON A SALIR, EN FIN MUCHAS VIVENCIA, A PARTIR DE AHI ME SALI DEL DF Y VIVO EN LA FRONTERA NORTE
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